El pasado jueves un derrumbe en la mina San José de Tocopilla, Región de Antofagasta, dejó atrapados a 70 metros de profundidad a tres mineros bolivianos, de los cuales dos perdieron la vida: un reflejo de la precariedad en cuanto a la fiscalización respecto a las medidas de seguridad que deben tomar las mineras en nuestro país.
El recién pasado domingo se encontró el último cuerpo correspondiente a Salomón Veizaga (45), padre del otro minero fallecido en el yacimiento, Denny Veizaga (19,) cuyos restos fueron hallados el sábado.
“Lamentamos profundamente lo ocurrido en la Mina San José de Tocopilla, porque trajo como resultado la muerte de un padre y un hijo de nacionalidad boliviana, lo que refleja que una vez más que nuestra precariedad en cuanto al control y el bienestar de los trabajadores mineros está tanto en la gran minería como en la mediana y la pequeña”, apuntó el Director de Comunicaciones de Fesumin, Víctor Riesco.
De los tres mineros atrapados, sólo apareció con vida el mayor de ellos, Leonardo Condori (64 años).
El ministro de Minería, Baldo Prokurica, manifestó sobre el accidente que “lamentamos que hayamos tenido dos personas fallecidas que de acuerdo a la situación y a los informes de las personas que sobrevivió, fallecieron en el mismo minuto del accidente”.
Esta lamentable situación aparece, una vez más, en medio de la lucha por conseguir la ratificación del Convenio 176 de la OIT sobre salud y seguridad en minas, el que el Gobierno no ha querido firmar.
“Le entregamos el pésame a la familia, y como federación, los pensamientos y apoyo de cada uno de nuestros afiliados están con las familias que hoy sufren por la pérdida de sus seres amados. Además, esperamos que ningún otro trabajador de minería, ni de ningún otro rubro, pierda la vida en su lugar de trabajo. Para ello, seguiremos en pie firme con nuestra petición de una minería más segura”, cerró Víctor Riesco.