La industria minera abre más oportunidades laborales a madres profesionales, consolidando un entorno más inclusivo

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La minería chilena continúa avanzando hacia una transformación cultural y estructural. En 2024, el sector alcanzó un 21,8% de participación femenina en su fuerza laboral, según datos del Consejo de Competencias Mineras (CCM), reflejando un aumento de 12,9 puntos porcentuales en comparación con años anteriores. Este crecimiento responde al impulso de diversas políticas de inclusión que buscan atraer talento femenino, especialmente de mujeres madres, como parte de una estrategia de sostenibilidad y productividad a largo plazo.

Empresas mineras como Antofagasta Minerals implementaron programas laborales con jornadas parciales en faena, permitiendo compatibilizar el trabajo con la vida familiar. Estas medidas son clave para atraer a mujeres que anteriormente enfrentaban barreras de acceso, ampliando así el universo de trabajadores calificados disponibles para la industria.

Escandra Naser, gerenta de RPO para Talent Solutions de ManpowerGroup Chile, explicó que incluir mujeres, y especialmente madres, no solo mejora los indicadores de clima organizacional y retención, sino que fortalece la resiliencia y diversidad del sector. “En un contexto de escasez de mano de obra calificada, abrir espacio a una fuerza laboral más diversa permite mejorar la sostenibilidad futura del negocio”, señaló.

El entorno favorable creado por estas iniciativas también incentiva a mujeres interesadas en reconvertirse laboralmente o adquirir nuevas habilidades técnicas, en áreas como operación de maquinaria, supervisión de procesos o gestión de calidad. En efecto, la alta demanda de personal calificado y el acceso creciente a capacitaciones han reducido las barreras de entrada al rubro.

Durante el primer semestre de 2024, el 38% de las nuevas contrataciones en minería corresponden a mujeres, lo que evidencia un cambio concreto en la estructura del sector. Las empresas que lideran en diversidad comprenden que atraer talento femenino implica generar condiciones adecuadas, tanto desde el punto de vista operativo como cultural. Este cambio marca una nueva etapa para la minería chilena, más equitativa, eficiente y proyectada hacia el futuro.