Tensión comercial: Trump impone aranceles de 245% a China y Beijing responde con contramedidas

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La guerra comercial entre Estados Unidos y China escaló nuevamente tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer un arancel generalizado del 245% a todos los productos de origen chino. La medida, anunciada recientemente, intensifica el conflicto económico entre las dos principales potencias mundiales, generando respuestas inmediatas desde Beijing.

Lin Jian, subdirector del Departamento de Prensa, Comunicación y Diplomacia Pública del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, criticó duramente la decisión, subrayando que “la guerra arancelaria la inició Estados Unidos y China tomó medidas necesarias para defender sus intereses legítimos”. A través de la agencia Reuters, el vocero enfatizó que su país “no quiere luchar, pero tampoco teme hacerlo”, exigiendo a Washington abandonar la presión extrema y retomar el diálogo bajo condiciones de igualdad y respeto mutuo.

Entre las primeras respuestas de China figura el corte del suministro de minerales de tierras raras hacia Estados Unidos, insumos esenciales para la producción de semiconductores, energías renovables, defensa y tecnología avanzada. Además, se rechazó la entrega de tres aeronaves 737 MAX 8 fabricadas por Boeing, que ya estaban listas para ser entregadas a la aerolínea Xiamen Airlines, en una señal de represalia directa contra la industria estadounidense.

El impacto de la escalada comercial también alcanzó a Tesla. La empresa de Elon Musk enfrenta restricciones para vender modelos importados como el Tesla Model S y Model X en China, lo que ha provocado una caída de más del 40% en su valor bursátil. En este contexto, Musk se distanció públicamente de la política arancelaria de Trump, solicitando la eliminación de tarifas comerciales y abogando por una zona de libre comercio entre Europa y Estados Unidos. Asimismo, renunció al Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), organismo impulsado por Trump para reducir gastos federales.

A nivel interno, la política de confrontación comercial generó un amplio rechazo en Estados Unidos. Según informes de la agencia EFE, manifestaciones en los 50 estados del país reflejan el creciente descontento ciudadano ante el uso recurrente de órdenes ejecutivas y el aumento de tensiones internacionales que podrían impactar directamente en la economía norteamericana.

La evolución de este conflicto seguirá siendo clave para el comercio global y para la estabilidad de sectores estratégicos como la minería, la energía y la tecnología, en un escenario de alta incertidumbre y volatilidad.